¿Quieres saber cómo empezó el proyecto que me llevó a cantar y tocar el ukelele, a actuar, y a arreglar una pieza de Schubert para marimba, ante la mirada de los académicos húngaros? Ponte cómodo y lee.
Un día me colé en una fiesta privada en Budapest. No daré explicaciones. El caso es que ni se me conocía ni yo conocía a nadie. Iba de acoplada total. Entre el barullo de gente vi asomar un piano acústico que todo el mundo ignoraba. ¡Qué oportunidad!
Me acerqué al piano, y ahí di el cante, literalmente, entonando canciones de ABBA al tiempo que aporreaba las teclas. No, no estaba borracha. Los que me conocéis sabéis que lo llevo en la sangre. Una chica se me acercó y cantó conmigo.
Semanas más tarde, esa misma chica, Dominika Ács, se puso en contacto conmigo. Tenía un proyecto entre manos, y quería sacarlo conmigo: Un show que narrara una historia, a través de música clásica pero también de canciones que nos gustaran, que rompiera prejuicios sobre qué debe y no hacerse sobre un escenario. No quise saber más. "¡Cuenta conmigo!"
A nosotras se nos unió también Veronika Nagyné T-Potzner, y nos pusimos en marcha.
Meses más tarde, fue el estreno de "For who was not born", un concierto que cuenta la historia de la pérdida por un aborto natural; o, si lo abstraemos, la pérdida por no encontrarse a uno mismo, no dejarse nacer.
Fue un éxito. Tuvo muy buenas críticas y una semana después estábamos ganando un premio de la organización internacional de Juventudes Musicales. Pero eso ya es otra historia.
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